Las Provincias

«Hay que seguir trabajando, esto no da para jubilarte»

Elena Ferreira, agraciada con el Gordo, es felicitada por un amigo.
Elena Ferreira, agraciada con el Gordo, es felicitada por un amigo. / REUTERS
  • José Luis Villasevil, agraciado con el Gordo, nuevo millonario por la Lotería Nacional aunque con los pies en el suelo

  • «Estábamos pasándolo fatal, como muchas otras familias en España», comenta Elena Ferreira, otra de las premiadas

Un periodista muy poco ágil que andaba por el madrileño barrio de Acacias, y avisado de que el Gordo había caído por esa zona, entró en la cafetería Barrio para pedir prestado un cargador de su móvil. No sabía que le había pedido tal favor a uno de los nuevos multimillonarios de España. "Hoy habrá que cerrar, no vamos a poder trabajar con tanto jaleo", decía un camarero mientras secaba con un trapito algunas taza de café. La estampa era tan habitual como cualquier otro día, ajenos a toda la euforia de la Lotería Nacional.

El sorteo extraordinario de Navidad, celebrado este jueves en el Teatro Real de la capital española, había cambiado la rutina de José Luis Villasevil, jefe del negocio y poseedor de un décimo con esa ansiada cifra de cinco dígitos, vendida en la administración nº 32. Pasado el mediodía y con muchísima calma, apenas asimilaba que era uno de los congratulados con esos 400.000 euros al 66513. Ya corría a cuenta de la casa todo lo que pedían los clientes habituales de su cafetería. Lo felicitaban sin exaltación ni falsedades. Eran los de siempre, ciudadanos de a pie que cada jornada se acercan al número 6 del Paseo de la Esperanza para charlar. Había más razones que nunca para dar la enhorabuena.

La felicidad estaba contenida hasta el extremo, cauteloso hasta confirmar la gran noticia y evitando algo imposible, como es la atención mediática en estos casos. José Luis tenía muy claro desde el principio que prefiere los pies en el suelo: "No sé en qué parte del barrio ha tocado. El número era de un abonado de la administración. No sé más", comentaba ante el enorme alboroto que se gestaba en los aledaños a la administración.

"Lo que sí sé es que le ha tocado a mucha gente. Nosotros aquí llevamos abiertos cuatro años... Y nada, hay que seguir trabajando, esto no da para jubilarte. Yo tenia un décimo, bueno... en realidad era para el matrimonio, no para mí solito", bromea pero sin esbozar sonrisas por la estupefacción del momento. Ante el lógico revuelo, cada vez mayor por la acumulación de medios de comunicación y decenas de curiosos, José Luis mostraba entereza: "Estoy intentando que me dejen trabajar. Uno no se lo imagina cuando le toca de verdad. Yo tenía otro décimo terminado en 13 y simplemente he ido a mirarlo. Pero hasta que no ha salido en la tele, no me lo creía".

"El primer pensamiento es que no te crees que te ha tocado. Con el dinero taparé agujeros, claro. Este local está alquilado...", comentó de soslayo y quizá pensando en hacerse el propietario. "Hay que seguir trabajando, ni más ni menos", insistió José Luis antes de regresar a la trastienda de la cafetería para pensar en lo ocurrido y atender llamadas. Tal fue el aluvión de felicitaciones, que decidió echar el cierre y ceder protagonismo de manera indirecta a otros ganadores del sorteo.

«Estábamos pasándolo fatal, como muchas otras familias»

Mª Elena Ferreira había pasado por delante de esa cafetería un montón de veces, hasta que los derroteros de la vida provocaron que se mudara a Pinto. Ella, una desempleada de 42 años, fue otra de las afortunadas con el Gordo navideño. "Estaba en casa de una amiga, hablando con mi marido justo cuando ha salido", describía tras fundirse en un abrazo con un amigo de la infancia. Las lágrimas caían por doquier ante las cámaras de todos los programas nacionales. ¿Y qué haremos ahora? Esa era la pregunta del millón para Elena y los periodistas congregados a su alrededor.

"Vamos a disfrutarlo. Yo estoy sin trabajo, aunque a mi marido a veces sí lo llaman para currar. En 2013 montamos una pastelería, pero no fue bien y tuvimos que cerrarla. Estamos muy contentos, no hay palabras. Un día dijo mi madre: 'No llevamos ningún décimo que acabe en 13, hay que buscarlo'. Y encontré uno aquí y otro donde vivo ahora en Pinto", agregó.

La suerte se cruzó por su vida en riguroso directo. "Tenía la tele puesta y me había llamado mi marido cuando veo la terminación y le digo: 'Espera espera, que creo que lo llevo'", explicó. "Con este dinero pagaré mi hipoteca y disfrutaré la vida. Llevábamos tres años muy complicados; yo en paro y pasándolo fatal, como muchas otras familias en España. Buf, esto se lo debo a mi madre. A mis padres les debo muchísimo. Si no llega a ser por ellos y por amigos...", se desahogó antes de llorar otra vez por tanto júbilo.

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